Buenos días! En el día de hoy y con un festivo a la vista, no queríamos dejar de proponeros una receta muy fácil, de esas que agrada a todo el mundo y en las que los más pequeños estarán encantados de participar. Se trata, como no, de una receta con un alimento tan de temporada como la calabaza y que nos ha despertado una reflexión importante acerca de como las costumbres alimentarias se contagian y cruzan fronteras y de cómo, dado el escenario actual, podemos optar por opciones mejores y más saludables que las que se nos ofrecen e incitan a consumir. ¿Preparados?
El otoño es una época en la que se suceden las fiestas relacionadas con los alimentos y la gastronomía. Es la época de las vendimias, cosechas y recogida de todo lo que se ha ido cultivando en la estación cálida. Es ahora que las calabazas, maíz, castañas, manzanas, granadas, higos, peras, boniatos, frutos secos y algunos cítricos comienzan a abundar. Al mismo tiempo y desde hace ya algunos años ciertas «fiestas» con connotaciones gastronómicas se nos han venido imponiendo como es el caso de Halloween y otras. Estos patrones y prototipos muy definidos y cada vez más globales en términos de alimentación han hecho que perdamos de vista celebraciones propias como las castañadas, o el simple hecho de cocinar con alimentos propios de esta época, para pasar a colocar en las calabazas de plástico de nuestros pequeños un montón de chuches o dulces en forma de fantasmas y murciélagos o comprarles donuts bañados en glasa de color naranja, innecesarios en cualquier caso. Se dan contradicciones que quizás la promoción del aprendizaje así como el cultivar actitudes y valores que favorezcan la interacción entre personas y sociedades diferentes, respeto y sentido crítico así como fomentar la propia diversidad cultural, mejorarían el escenario.
Las contradicciones a las que nos referimos tienen que ver con la mediatización extrema, bombardeo y control que las grandes empresas agroalimentarias pretenden ejercer sobre el consumidor, esto influye en aspectos como los hábitos alimentarios y formas de comer, y también sobre otros aspectos como patrones y cánones belleza, etc. Por otro lado, las decisiones que en general se realizan en relación a la alimentación tienen muchas veces poco de voluntariedad y consciencia, ejerciendo la sociedad actual una “presión” importante desde el entorno hacia la persona.
Es en los casos en los que los cambios son iniciados dentro del propio individuo, voluntario y consciente, actuando con espíritu crítico y siendo riguroso con los estímulos que recibe y la información a su alcance, que las decisiones son tomadas con aquel objetivo de salud coherente. De cierta forma se podría pensar que los individuos deben aislarse al realizar este ejercicio pero es probablemente una de las mejores formas de integración. La diversidad es y siempre ha sido una realidad y la multiculturalidad siempre ha existido en mayor o menor medida.
Nuestra propuesta para unas fiestas saludables es no perder de vista el origen de las celebraciones y llevar a la mesa los alimentos de temporada que antes mencionábamos, con recetas clásicas o más actuales pero en las que nosotros decidimos qué ingredientes trabajamos y en qué cantidades.
El de hoy es un ejemplo de receta con calabaza que podría usarse como tentempié o desayuno, se puede comer caliente o frío y se puede preparar con antelación y tenerlo disponible para varios días, lo que facilita el no irnos hacia otras opciones menos saludables. Es además una forma fantástica de incluir vegetales en el desayuno y se puede realizar igualmente con manzana asada o compota de manzana ( sin azúcar ) o combinar esta con la calabaza.
Necesitaremos:
- 1/2 calabaza cacahuete ( o unos 400 g. de la pulpa de la calabaza asada )
- 2 huevos
- la ralladura de 1 limón
- 1 plátano
- 2 tazas de copos de avena ( hemos usado sin gluten )
- 1/2 taza de coco rallado
- 1/2 taza de leche vegetal ( o de vaca )
- 1 C. de canela molida
- 1 C. de gasificante o polvo de hornear
- 1/4 c. de sal
- 1/4 c. de pimienta negra molida + 1/4 c. de jengibre molido +1/4 c. de cardamomo molido.
Para asar la calabaza, le retiramos las semillas, la pelamos y troceamos y la colocamos en la placa del horno forrada con papel vegetal. Horneamos durante 30-35 min. a 200 ºC comprobando de vez en cuando su punto de cocción y damos la vuelta a los trozos para que no se quemen. Se puede asar con piel pero demora un poco más.
Pelamos y machacamos el plátano maduro con el tenedor, añadimos los huevos batidos y la pulpa de la calabaza triturada. Mezclamos bien y añadimos el resto de los ingredientes ( la sal y las especias, los copos de avena, el coco rallado, la ralladura de limón, la leche vegetal y por último el gasificante. Con una cuchara será suficiente para remover, no es necesario usar batidora. Forramos un molde de plum cake ( o cualquier otro ) con papel vegetal, vertemos la mezcla, espolvoreamos con una cucharada de copos de avena y lo llevamos al horno durante 15-20 min. a 180 ºC.
El resultado es delicioso, una mezcla entre bizcocho muy jugoso y unas gachas con especias que combinan a la perfección con el dulzor y sabor de la calabaza. Como podéis comprobar no hemos usado ningún tipo de azúcar. Los azúcares simples provienen de la fruta y los combinamos con los complejos de la avena. Se puede comer como un bizcocho o deshaciéndolo un poco con el tenedor e incorporando un poco de leche vegetal.
Esperamos que os gusten nuestras gachas de calabaza horneadas y sobretodo que también os sirva de reflexión acerca de la frecuencia con la que ingerimos azúcares nocivos y en qué cantidades lo hacemos y exactamente igual para los peques. Cambiar el «habitualmente» por «esporádicamente», buscar opciones más saludables con ingredientes que podemos tener en casa y sobretodo, compartir esos momentos en la cocina con ellos serán la clave para su aprendizaje. Son pequeños gestos que sin duda nos llevarán a un gran cambio!
Si queréis conocer más sobre la calabaza y propiedades nutricionales podéis consultar el siguiente link.
Muchísimas gracias por seguirnos y hasta el próximo post!
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